MEMORIA DE UNA TARDE EN JUCHITAN
Un lunes estuve en Juchitan, ciudad indígena, pueblada por mototaxis. La misma que fue cuna de la insurgencia popular de la izquierda. La misma que lució sus enaguas y oradores brillantes. La que hace de su lengua un canto ceremonioso frente al español invasor.
Llegué a presentar un libro de poemas, La tarde en que los años eran una fiesta. El evento se desarrolló en la cafetería Sabores de Oaxaca, sito en 5 de septiembre y Morelos, a eso de las seis pm.
El evento lo organizó Ezequiel Nushpian López y amenizó la velada su hijo del mismo nombre, quien estudia música en la UNAM.
Llegaron los invitados de Ezequiel a conocer el libro y al poeta. Y al sabor de un café capuchino o frapé iniciamos.
Lo primero que hice, antes de arrancar con la presentación fue obsequiar unos libros para que el público se enterara. Hecho eso Ezequiel arrancó con su voz clara y concisa: el poeta resume en una tarde todos los años y es como si el universo y sus partículas se rehicieran en su absolutos. Una tarde es capaz de sintetizar los años de una vida. Y agrego yo: el libro contiene una síntesis de lo que fui y se llena de nostalgia porque una vida queda condensada en el texto, no solo la mía sino la de cualquiera que se atreva a leerlo. Ahí encontrará los años que perdió o que gozó alguna vez.
Así corrieron los minutos y la hora en que nos fuimos encontrando una tarde en Juchitán, amigos y contactos, los que llegaron y se atrevieron a escuchar el bosanova de Ezequiel Nushpian, quien nos alegró la tarde con su música y con sabor a café.
Inolvidable tarde. Digna de ser contada y recordada alguna vez, en otro libro, con otra memoria en otros años.
16 DE DICIEMBRE 2024