jueves, 15 de septiembre de 2011



UN POETA NUNCA MUERE

Javier Pulido Biosca.



Ya ni recuerdo cómo conocí a Carlos Alemán, sí tengo en la memoria la primera conversación con ese joven que se interesaba en serio por las letras y al decir en serio quiero decir que leía y no simplemente barruntaba textos nacidos de una inspiración en la que no creo.

Intercambiamos opiniones varias veces y coincidimos en algunos puntos de vista sobre el anodino acontecer cultural de Coatzacoalcos. Supe que se interesaba por leer a Malarmé, a Valèry, a Baudelaire y sugerí leer a algunos otros para sacar en claro de que sí los conocía. De esas pláticas me enteré que le gustaban formas clásicas, como el soneto y me interrogó sobre mi postura ante los versos rimados y medidos.

Como no soy poeta ni aspiro a serlo, pude decirle lo que en realidad pienso de esas formas como un verdadero reto a la creación, siempre y cuando no se quede el escritor en la rigidez de la forma, que le impida la expresión. Ese es el verdadero reto.

Un día de esos que no se esperan, me visitó en casa y me presentó, con una mueca de vergüenza y orgullo, un paquete de hojas llenas con sonetos, más de 130 sonetos completos. Tardé en leerlos varias semanas, hasta que un día, presionado por el autor, insistiendo en que se los devolviera, cosa que hice con presteza y un poco ofendido ante la insinuación velada de plagio, acción despreciable y sólo digna del incapaz de crear.

Tal vez el joven Alemán tenía sus razones para temer ser plagiado, y las disipé dándole mi dura opinión. “No sé, Carlos, la técnica es correcta, muy bien medida y rimada, pero con la honestidad que te mereces, debo decirte que son huecos, no dicen nada, no transmiten y me parecen como un ejercicio y nada más”.

Las opiniones sinceras son más útiles que las alabanzas, pero duelen, eso lo sé y por eso evito participar en talleres y círculos de creación que se forman de vez en cuando por personas que no leen y pretenden escribir. Pero Alemán sí leía, así que supe que de algo le debía servir mi rudeza.

Y fueron varios meses que nos dejamos de frecuentar. Eso les pasa mucho a los poetas, hasta que un buen día me enteré que había recibido un premio en algún concurso local, lo que dio gusto, aún cuando se que esos clubes son demasiado concesivos. Después tuve ocasión de leer el texto ganador. No eran sonetos, sino verso libre lleno de metáforas y me dio más gusto saber que el joven lector ya escribía poesía.

Fui a decírselo y le hice una sugerencia “Carlos, con el premio no te engolosines, estudia, las letras son muy exigentes y requieren formación profesional. No te quedes así, inscríbete a la Universidad, que en artes, antropología y literatura es de amplio prestigio”.

Me miraba con ojos tristes para contestar “no es tan fácil”. Supe que tenía que acreditar una materia en su preparatoria y le insistí en que la sacara. Pero no le era fácil.

Más adelante lo incorporé al equipo de trabajo de la revista Raíces, en la que disfrutó presentando comentarios musicales de autores clásicos. Disentíamos en algunos puntos de vista, pero eso enriquecía el pensamiento de ambos y un buen día me presentó otro paquete de sonetos.

Con temor de ofenderlo, los leí en poco tiempo para nuevamente hacer mi comentario, duro, aunque sin ánimo de lastimar, sino de retar al talento. “Carlos, están mejor que los primeros, pero no transmiten vida. La poesía debe darte un trozo de vida. Usa la técnica para que exprese lo vivo, de lo contrario no hay poesía; ¡vive, ama, goza, llora, olvídate de la poesía que no es nada sin vida!”.

Me distancié por diversas razones de trabajo y un accidente del que salí adelante gracias a muchos amigos que, como ángeles guardianes, me auxiliaron en su momento, lo que agradezco siempre.

El último comunicado de él, a través de un apreciado intermediario fue sobre un asunto de suscripciones de Raíces, al que respondí que no se preocupara, que no había problema alguno, después de casi un año de inactividad, el ritmo de Raíces cambió y agradecí los esfuerzos y la honestidad de Carlos.

Poco después supe de su deceso, y lamenté ver truncada la posibilidad de que un joven llegara a producir poesía, con la altura que merecía su esfuerzo e interés.

Y fue hasta el pasado lunes que recibí de parte de un colega, que también es poeta, Samuel Pérez, quien editó unos sonetos de Carlos Alemán, de un tercer paquete que ahora me toca ver ya impreso, prologado por el poeta Rubén de Leo y el cuentista Luis Chávez Fócil.

Los sonetos son excelentes, colocan a Carlos Alemán en la categoría del poeta que domina la forma para expresar vida, por lo que, rememorando a Jean Cocteau, podemos decir que “los poetas nunca mueren”, y dejar ese trozo de inmortalidad que será presentada, como libro en la Casa de Cultura de Coatzacoalcos el próximo lunes 19 de septiembre a las 20:00 horas, 8:00 de la noche.

Por lo pronto dos muestras de lo que los asistentes encontrarán el libro que se presentará:

ME DUELEN LAS MURALLAS QUE CELEBRAS

Jamás supiste nada, niña tonta

Sin rumbo fijo siempre solo vago

Mis carnes hierro muerden, nubes monta

Descubre cuántas propias tumbas hago;



La sed que sus venenos los afronta

Los hilos adelgazas de mi pago

En los relojes donde se remonta

Amarga de volcanes en su trago;



Me partes, juegas con mis altas hebras

Tus signos corren, huyes sin acuerdo

Me duelen las murallas que celebras;



Por el modo grave con que pierdo

Lluéveme tu nombre si me quiebras

La piel que se diluye en tu recuerdo.



EN TU ALMA CLARA CON AMOR YO ENTRO

De voces diferentes de poesía

Con las gratuitas arpas del aroma

Del alfabeto joven todavía

Tu diaria primavera mundos toma;



De bruma con pausada calma fría

De noche vasta que con sol asoma

Con mármol de constante paz de día

Paciente lluvia tienes por idioma;



Liberas lo que sobre vientos lanzo

Tus danzas giran en su propio centro

Exactas, intocables del remanso;



Te haces fragmento en el encuentro

Y en las orillas de tu piel descanso

Y en tu alma clara con amor yo entro.



En este centro de la ciudad, trafagoso y hostil, vivió el poeta Carlos Alemán.



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